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El Gobierno declara Bienes de Interés Cultural diversos órganos y retablos de iglesias de la Comunidad Foral
lunes, 22 de septiembre de 2003
El Gobierno de Navarra ha aprobado en su sesión de hoy la declaración como Bienes de Interés Cultural diversos elementos del mobiliario (órganos y retablos) de trece iglesias y parroquias de la Comunidad Foral.
Los órganos y retablos declarados Bienes de Interés Cultural son los siguientes:
- Caja del órgano de la parroquia de Santa María de Tafalla. Esta magnífica caja está ornamentada por ricos follajes y ángeles músicos de cuerpo entero, que aparecen tañendo diversos instrumentos. Conserva una policromía muy rica realizada en tonos verde claro, rojo y dorado. Es obra barroca del primer tercio del siglo XVIII, del artista de Estella Juan Ángel de Nagusia, que sigue el proyecto de José de Lesaca. El dorado se debe a Antonio Chandano, de Pamplona.
- El retablo mayor central y los retablos laterales, dedicados respectivamente a la Virgen del Rosario y Santa Catalina, de la parroquia de San Bartolomé de Lekaroz. Es un sobresaliente conjunto rococó de la segunda mitad del siglo XVIII, con un extraordinario conjunto de tallas de origen madrileño, obra del escultor Luis Salvador Carmona. El retablo mayor está flanqueado por dos grandes lienzos asimismo barrocos.
- El órgano de la catedral de Tudela. Órgano barroco de la segunda mitad del siglo XVIII, construido en 1759 por el lerinés Lucas de Tarazona, aprovechando alguno de los tubos del anterior. Reutiliza en lo fundamental la caja del órgano anterior del siglo XVII, hecha por Francisco de San Juan.
- El órgano de la parroquia de San Cipriano de Isaba. Órgano barroco datado en 1751, realizado por Silvestre Thomás, organero zaragozano. La bellísima caja fue construida por Miguel de Ayerdi, maestro carpintero de Isaba. Consta de cinco calles cilíndricas de distinto tamaño en donde se alojan los tubos verticales de fachada en 7 campos o cuerpos.
- El órgano de la parroquia de Santa María de Sesma. Órgano barroco de la segunda mitad del siglo XVIII, debido a Francisco Antonio de San Juan y Belasco, de Logroño. La caja, de estilo rococó, es de gran belleza, compuesta con molduras arquitectónicas mixtilíneas, temas de rocalla y grandes ángeles músicos tañendo diferentes instrumentos junto a otros angelotes desnudos. No se conoce el autor de la traza de la caja, pero sí el autor de la policromía y dorado, Diego Díaz del Valle, vecino de Cascante.
- El órgano de la parroquia de Santa María de Los Arcos. Órgano barroco de la segunda mitad del XVIII, construido por el organero lerinés Lucas de Tarazona. La fantástica caja es del maestro Diego de Camporredondo, vecino de la ciudad de Tarazona. La policromía y dorado es de Santiago Zoazo. Tiene tres pisos o alturas de tubos distribuidos en 16 'campos' y torreones, siendo varios de ellos de madera pintada. Presenta trompetería exterior horizontal en abanico. Nueve tallas de ángeles o niños músicos adornan el cuerpo central y el remate, de línea muy movida, que claramente anuncia el estilo rococó.
- El órgano de la parroquia de San Lorenzo de Pamplona. Órgano romántico obra de Juan Roqués de Zaragoza, realizado en 1920. Constituye un típico órgano romántico, suave y de excelente flautado. Cabe destacar sus registros: trompeta angélica, fagot, oboe, flauta dulce. La caja de madera barnizada, ligeramente labrada, es de estilo ecléctico.
- El órgano de la parroquia de Santa Engracia de Uztárroz. Órgano barroco de la primera mitad del siglo XVIII, obra de Mathias Rueda y Mañeru, maestro organero vecino de Pamplona. La caja del órgano fue construida por Joseph Urzainqui, carpintero de Garde. La decoración es abundante, con roleos vegetales.
- El retablo mayor, dos laterales y dos colaterales de la parroquia de San Andrés de Azpilicueta. Importante conjunto de retablos rococó, realizados por Silvestre de Soria, tallista navarro de Sesma, quien encargó la escultura de los retablos a Luis Salvador Carmona, quien ejecutó alguna de las esculturas (San Andrés, Virgen del Rosario, Santa Bárbara y el Crucificado). El resto de las esculturas fueron talladas en el taller de Carmona. Está integrado por el retablo mayor, los retablos colaterales de la Virgen del Rosario y de Santa Bárbara situados en los brazos del crucero, y los retablos laterales de la Virgen de la Soledad y del Crucificado en la nave del templo.
- El retablo mayor de la parroquia de San Antonio Abad de Egiarreta. Importante retablo renacentista mixto de escultura y pintura, del segundo tercio del siglo XVI, obra documentada del escultor Juan de Landa y del pintor Ramón de Oscáriz. La decoración es abundante y está constituida por los asuntos propios del Primer Renacimiento: grutescos, roleos, querubines y motivos a candelieri.
- El retablo mayor de la parroquia de La Asunción de Urroz Villa. Sobresaliente retablo del Renacimiento escultórico navarro, que se fecha en el tercer tercio del Siglo XVI. La arquitectura en su decoración (frisos de querubines y relieves de los fustes) responde a gustos manieristas. La escultura, tallas y relieves, pertenece al expresivismo propio del primer renacimiento, con figuras sinuosas de cuerpos con cabezas inclinadas. Destacan por su belleza los rostros femeninos. La traza fue realizada por Espinal hacia 1570. Fue policromado en 1632.
- El retablo mayor de la parroquia de San Juan Evangelista de Huarte. Destacado retablo renacentista navarro, obra de Juan de Bustamante, datada hacia 1535. Responde al Renacimiento expresivista del segundo tercio del XVI, tanto por su traza como por el estilo de sus pinturas y esculturas, si bien algunas de ellas, del siglo XVII, han sido incorporadas con posterioridad. Es un retablo mixto de pintura y escultura, que consta de banco, dos cuerpos y ático, y de cinco calles, algo más ancha la calle central.
- El retablo mayor de la parroquia de Santa María Magdalena de Tudela. Constituye uno de los mejores ejemplos de retablo escultórico del Renacimiento navarro. Fechado a mediados del XVI (1552-1556), se debe a Pedro de Segura y Juan Remírez con quienes colaboró el escultor Domingo de Segura. Pertenece a un Renacimiento avanzado, en el que se valora lo propiamente arquitectónico, con poca profusión ornamental. El repertorio ornamental utiliza motivos ya renacentistas, como la cartela de cueros retorcidos y los hermes.