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El Hospital de Navarra emplea con éxito una nueva técnica de cardiología intervencionista: los stents farmacoactivos

jueves, 13 de mayo de 2004

Se utiliza ya en el 30% de los pacientes con angina de pecho o infarto de miocardio


El doctor Román Lezaun ( ampliar imagen )


El servicio de Cardiología del Hospital de Navarra iniciaba, hace más de un año, el programa de implantación de stents fármacoactivos, una nueva técnica de dilatación de las estrecheces de las arterias coronarias que supone un claro avance en la reducción de los índices de riesgo asociados a estas intervenciones.


De acuerdo al doctor Román Lezáun, jefe de la Sección de Hemodinámica del Hospital de Navarra, en la actualidad, de los 800 procedimientos anuales que realiza el hospital a pacientes con angina de pecho o infarto de miocardio, más del 30% corresponden a procedimientos con stents farmacoactivos.


Catéter, stent y transporte stent (ampliar imágenes).

Primer paso: la angioplastia o utilización de catéteres balón


Sin duda, al comienzo de la década de los 80, la dilatación de las estrecheces de las arterias coronarias causantes de la angina de pecho o infarto de miocardio, mediante la utilización de catéteteres balón, significó un gran adelanto en el tratamiento de una de las causas más frecuentes de muerte en las sociedades occidentales.


Técnicamente el procedimiento, conocido como angioplastia coronaria percutánea, consiste en la introducción, a través de una punción en la ingle o brazo, de un catéter conductor que llega al nacimiento de las arterias del corazón. A través de él se desliza otro finísimo catéter terminado en un globo alargado que es llevado hasta el nivel de la estrechez y produce, tras su inflado, la dilatación y apertura del segmento.


Según confirma el dr. Lezáun, la técnica ofrecía indudables ventajas frente a otros tratamientos como la cirugía: mayor confort para el paciente, menor hospitalización y menores costes. Tenía, sin embargo, algunos inconvenientes importantes.


El 30-40 % de los pacientes sometidos a esta dilatación requerían nuevas redilataciones o cirugía, ya que presentaban un nuevo estrechamiento (reestenosis) del segmento dilatado.


Segundo paso: los stents coronarios

El segundo interesante avance en el tratamiento percutáneo de la enfermedad coronaria se da en la década de los 90.


Basado en los mismos principios de la técnica anteriormente descrita -explica Lezáun- se introducen los stents coronarios (mallas circulares de acero de finísima trama), montados y comprimidos sobre el globo del catéter balón, y transportados por éste hasta la lesión. Tras expandirlos, estos stents actúan a modo de "andamiaje" interno de la arteria, impidiendo la reestenosis.

No obstante, si bien con su introducción se reducía este riesgo hasta un 20-25%, el porcentaje era todavía demasiado alto para considerarla la técnica ideal. La dilatación de la arteria supone una "agresión" sobre su estructura, lo que sumado a la presencia del cuerpo extraño, desencadena una proceso inflamatorio y de proliferación celular que coopera a la reestenosis.


Tercer paso: stent y fármacos que impiden la reestenosis


Desde hace solamente dos años, un tercer avance ha venido a añadirse a la introducción de la angioplastia convencional. Una vez conocidos los mecanismos que intervienen en la reestenosis, el más importante de los cuales es la proliferación celular, el tercer paso consistía en incorporar en los Stents, fármacos que liberados lentamente impidieran dicha proliferación.


En la actualidad se dispone de dos fármacos: Rapamicina y Paclitaxel, que impregnados en el stent, son liberados lentamente impidiendo la proliferación celular y por tanto la reestenosis. De acuerdo a los estudios de seguimiento existentes, el riesgo de reestenosis es con este procedimiento inferior al 5%.


De acuerdo con el doctor Lezáun, existen todavía algunas preguntas sin contestar como la posibilidad de un mayor riesgo de trombosis, el comportamiento del stent con una inadecuada aposición sobre la arteria o la posibilidad de inflamación tardía o efecto "borde", lo que aconseja cautela y apoya una indicación en pacientes de alto riesgo.


Finalmente, otro aspecto a considerar es el del coste económico. El coste de los stents recubiertos es un 60-70% más caro que el de los stents convencionales, lo que ha llevado a la "Society For Cardiovascular Angiography and Interventios" a sugerir que los nuevos modelos sean implantados en aquellos pacientes cuya probabilidad de reestenosis con stent convencional sea superior al 12-14%. No obstante, a la luz de los conocimientos científicos actuales y una vez resueltos los puntos oscuros, parece probable que en un futuro próximo estos sean los stents que se implanten. Su precio también descenderá en cuanto se amplíe su mercado y se desarrollen nuevos fármacos antiproliferativos que puedan incorporarse a los stents.


Gobierno de Navarra

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