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Autorizada la restauración del retablo mayor de la parroquia de San Juan Bautista de Cintruénigo
lunes, 30 de agosto de 2004El Gobierno de Navarra ha aprobado un Acuerdo por el que se autoriza al consejero de Cultura y Turismo la celebración del contrato de restauración del retablo mayor de la parroquia de San Juan Bautista de Cintruénigo, durante los años 2004 y 2005.
Detalle del retablo de la parroquia San Juan Bautista de Cintrúénigo.
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El coste estimado para la realización de los trabajos de conservación y restauración es de 144.000 euros, que se distribuyen de la siguiente manera: 64.300 euros con cargo al presupuesto de gastos para 2004, y 79.700 euros con cargo a los presupuestos de 2005.
En sucesivas inspecciones técnicas llevadas a cabo en los últimos meses se ha constatado la necesidad de restaurar este retablo debido al estado de conservación en que se encuentra. El retablo mayor de San Juan Bautista de Cintruénigo fue declarado Bien de Interés Cultural por Decreto Foral 206/1999, de 7 de junio.
Los trabajos de restauración, cuyo plazo de ejecución terminará el 30 de noviembre de 2005, se llevarán a cabo in situ, por lo que es imprescindible la instalación de un taller que cuente con los medios adecuados tanto para el trabajo sobre el retablo, como para la seguridad de la propia obra, así como la de las personas que desarrollen su trabajo o las que accedan a la iglesia como visitantes. Básicamente, los objetivos de la intervención acordada por el Gobierno de Navarra, sobre el retablo de la iglesia parroquial de Cintruénigo, se resumen en los aspectos siguientes: frenar los daños y sus causas de deterioro, recuperar la integridad física y material, y la unidad potencial y calidad estética, sin ocultar las huellas del paso del tiempo
El retablo mayor de San Juan Bautista de Cintruénigo es obra renacentista del primer tercio del siglo XVI. Concretamente, el 1 de diciembre de 1525 se formalizó el contrato de ejecución del retablo sobre el que consta Esteban de Obray como encargado de la mazonería y Pedro de Aponte como pintor. La ejecución de la traza se debe a Esteban de Obray, si bien no parece que llegase a trabajar directamente la madera ya que la obra de mazonería la continuó a partir de 1250 el entallador francés Guillén Obispo. A este maestro se debe muy probablemente las esculturas que contiene la calle central, entre las que destaca el grupo del Bautismo de Cristo. La pintura de los paneles del banco corresponde a Pedro de Aponte; no así la del resto de paneles del retablo, realizados posiblemente por Juan Giner, pintor vecino de Cintruénigo en 1537, que pudo continuar la obra de Aponte tras su fallecimiento.
El mencionado retablo se apoya sobre un basamento de obra en los laterales, y sobre un frontal de altar de madera nueva en la zona central. Conserva el zócalo original con decoración de grutescos en los laterales, que ocultan la base de obra. Su traza se compone de banco con siete calles entre balaustres y arcos rebajados, así como de tres cuerpos de cinco calles formadas por balaustres, rematadas por tracerías y ático con el mismo tipo de soportes coronado por un frontón recto. Entre estos espacios se cobijan 18 tablas pintadas, además de los grupos escultóricos del Calvario, San Juan Bautista con el cordero místico, el Bautismo de Cristo (que incluye la figura de un ángel sujetando las vestiduras de Jesús); y en la hornacina del banco, un pequeño crucifijo.
Los tableros del banco desarrollan escenas de la Pasión de Cristo: en el cuerpo del retablo se narran escenas de la vida de San Juan Bautista (cuerpos primero y segundo) y de Cristo (cuerpo tercero).
Aunque en 1948 técnicos del Museo del Prado procedieron a su restauración, el retablo ha sufrido un ataque de termitas en la parte baja y además, en áreas localizadas, daños por xilófagos que han debilitado la madera. En concreto, la estructura ha resultado dañada puesto que se aprecian desviaciones que afectan a la parte derecha de la calle central. A todo ello hay que añadir que la preparación, dorado y policromías sufren diversas patologías causadas principalmente por la intervención de la mano del hombre, la interacción con el soporte, y, en menor medida, por el envejecimiento propio tanto del soporte como de los materiales que integran los estratos pictóricos.
