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Se reducen en un 81% los diagnósticos de infección por VIH en Navarra durante la última década

viernes, 17 de septiembre de 2004

Los diagnósticos de VIH han disminuido un 81% entre 1993 y 2003, hasta alcanzar una tasa de 4,8 por 100.000; un descenso sobre el que se ha de seguir trabajando, según un artículo aparecido en el último número de la revista “Anales del Sistema Sanitario de Navarra”, destinado a revisar la situación epidemiológica de la infección por el VIH y el sida en N avarra.


El descenso se debe fundamentalmente a la importante caída en infecciones por VIH adquiridas por compartir material para el consumo de drogas inyectadas, que ha dejado de ser la principal vía de transmisión del VIH desde 1996. Tanto los casos de infecciones atribuibles a transmisión heterosexual como los de transmisión por prácticas homosexuales entre hombres se mantienen en niveles relativamente estables y, desde 1998, no se ha diagnosticado ninguna infección por el VIH en niños.


Más de la mitad de las infecciones diagnosticadas en el período 2000-2003 (58%) eran atribuibles a transmisión heterosexual, el 18% ocurrieron en usuarios de drogas intravenosas y el 12% en hombres homosexuales. El 33% eran personas originarias de otros países.


También la incidencia de sida y la mortalidad han disminuido marcadamente desde 1996. A finales de 2003, había 902 personas vivas con diagnóstico de VIH que recibían seguimiento en el sistema sanitario.


Es destacable, no obstante, el dato de que el 40% de los casos de sida diagnosticados entre 2000 y 2003 desconocía estar infectado por el VIH hasta que debutó con la enfermedad diagnóstica de sida. Este porcentaje superó el 60% entre los casos que habían adquirido la infección por prácticas sexuales de riesgo. Tal retraso en el diagnóstico de la infección por el VIH impidió comenzar el tratamiento antirretroviral a tiempo para poder evitar la aparición de las enfermedades diagnósticas de sida.


Hasta diciembre de 2003 se habían diagnosticado un total de 1.610 personas con infección por el VIH residentes en Navarra , de las que a finales de 2003 habían fallecido 665 (41,3%) . De los 902 que permanecían vivos, una gran mayoría (73%) estaba siendo atendida en el Servicio de Infecciosas del Hospital de Navarra y otro porcentaje próximo al 25% en los otros servicios hospitalarios.


Tendencia y características de los nuevos diagnósticos de VIH


De acuerdo con el citado estudio, a lo largo de toda la epidemia, los diagnósticos de VIH en hombres han superado en 2,4 veces a los de mujeres. En el período 2000-2003 el número de nuevos diagnósticos de VIH ha seguido descendiendo en hombres, pero se ha estancado en mujeres, de forma que la razón hombre/mujer ha pasado a ser de 1,8.

En los últimos años y coincidiendo con los cambios demográficos, la proporción de casos de VIH en personas originarias de otros países está aumentando, siguiendo una tendencia similar a la de otros países de Europa occidental.


De los 141 diagnósticos de VIH realizados entre 2000 y 2003, el 67% eran hombres y el 33% mujeres. El 61% de los hombres y el 91% de las mujeres tenían menos de 40 años. Más de la mitad de las infecciones (58%) eran atribuibles a la transmisión heterosexual, el 18% se diagnosticaron en personas con antecedente de uso de drogas por vía intravenosa y el 12% en hombres homosexuales. El 33% de los diagnósticos de VIH se realizaron en personas originarias en otros países. Entre estos casos la proporción de mujeres fue mayor (44%) que entre los casos autóctonos (28%), y fue más frecuente la transmisión heterosexual (70%).



Mejora de la supervivencia y reducción de la morbilidad y mortalidad


La situación actual de la epidemia viene definida por la existencia de un elevado número de personas que viven con la infección por el VIH. Los avances en el tratamiento antirretroviral han mejorado notablemente la supervivencia, aunque no logran la curación, lo que convierte la infección por el VIH en un proceso tendente a la cronificación. Las nuevas terapias evitan buena parte de las enfermedades oportunistas que deterioraban la calidad de vida de las personas infectadas pero, al tener que mantenerse de forma indefinida, surgen nuevos problemas con el tratamiento como los efectos adversos, los problemas de adherencia y las resistencias.


La incidencia de casos de sida y la mortalidad por esta causa son dos indicadores útiles para evaluar la efectividad real de las terapias antirretrovirales en la población de personas infectadas por el VIH. En Navarra, la incidencia de casos de sida aumentó hasta 1994, año en el que se produjeron 90 casos. Desde entonces, el principal descenso (41%) se produjo entre 1996 y 1997, coincidiendo con la introducción de los tratamientos antirretrovirales de alta eficacia.


El impacto de la introducción de los tratamientos antirretrovirales de alta eficacia en la mortalidad fue todavía mayor. Entre 1996 y 1998 la mortalidad por sida descendió en un 77%, y desde entonces hasta 2003 ha disminuido en otro 47%.


Conductas de riesgo e infección por el VIH


Según una encuesta realizada en 2003 a jóvenes navarros de 15 a 29 años, el nivel de información sobre el sida y las formas de prevenirlo fueron aceptables. El 65% habían mantenido al menos una vez relaciones sexuales coitales, y esta proporción llegaba al 88% en el grupo de 25 a 29 años. La edad media de la primera experiencia coital se situaba en los 18,6 años.


El 86% de los encuestados era partidario de utilizar el preservativo, y el 4,2% se oponía a su uso. Entre los primeros, el 17% no lo usa siempre y un 26% no lo había usado aún. Para una gran mayoría, la razón más importante para el uso del preservativo es la prevención del embarazo (87%) y el 58% dice emplearlo para la prevención de la infección por el VIH.


Como ya se ha adelantado, en comparación con encuestas de características similares realizadas en años anteriores, se observa un progresivo aumento en el porcentaje de jóvenes menores de 22 años que habían tenido alguna relación sexual coital.


Por su parte, una encuesta realizada en 2002 a consumidores de drogas intravenosas pone de manifiesto que las prácticas de riesgo siguen dentro de parámetros preocupantes. El 22% había compartido jeringuillas recientemente y el 43% lo había hecho en el último año. Además, el 66% ha tenido relaciones sexuales de riesgo en ese tiempo.


La disponibilidad de material de inyección en programas de intercambio de jeringuillas y en las oficinas de farmacia resulta un factor protector para reducir el hábito de compartir jeringuillas y otras prácticas de riesgo asociadas al uso inyectado de drogas. En esta misma encuesta se observa que la disponibilidad de jeringuillas continúa siendo un factor necesario para mantener bajos los niveles de prácticas de riesgo para la transmisión del VIH y los virus de la hepatitis B y C. Sin embargo, estas estrategias no son suficientes para eliminar las prácticas de riesgo en el consumo inyectado ni en las relaciones sexuales en este colectivo. El conocimiento básico sobre la infección por el VIH y su forma de transmisión no implica tener las actitudes y habilidades precisas para aplicarlo en todas las situaciones con riesgo potencial.


Los autores del artículo señalan que de los datos anteriores pueden obtenerse las siguientes conclusiones: la transmisión del VIH ha disminuido mucho respecto a épocas pasadas, pero todavía es elevada; las personas infectadas por el VIH que no han sido diagnosticadas suponen una dificultad para conseguir un mayor impacto de los tratamientos antirretrovirales y de las actividades de prevención, por lo que se debe incrementar la realización de la prueba de VIH mediante campañas, y mejorar a la vez la accesibilidad a la misma . Es necesario, asimismo, estimular el acercamiento de las personas inmigrantes a las actividades de información y prevención, mejorar su accesibilidad a los servicios sanitarios y reducir las barreras lingüísticas, culturales, burocráticas y religiosas . La eficacia de los programas de dispensación e intercambio de jeringuillas está demostrada, pero debe aumentar la cobertura existente y la captación para el programa de personas que usan drogas por vía parenteral; en relación con la población joven es preciso incorporar la educación sexual en los sistemas de educación formal.



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