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Príncipe de Viana dedica un estudio a Doña Onneca, princesa vascona en la corte de los emires cordobeses



viernes, 27 de diciembre de 2013


Otro artículo recoge el análisis de las principales celebraciones relacionadas con la monarquía en Pamplona,  sus visitas y sus exequias, en el tránsito del XIX al XX


Alberto Cañada Juste es el autor del trabajo titulado Doña Onneca, una princesa vascona en la corte de los emires cordobeses. De acuerdo con su autor, Las Genealogías de Roda nos transmiten la noticia de que Onneca, hija de Fortún Garcés, tuvo como marido al rey Abdella y como hijo a Mahomatben Abdella. Fortún Garcés era nieto de Íñigo Arista y fue llevado prisionero a Córdoba en 860, cuando las tropas musulmanas de Muhammad I hicieron una incursión por Pamplona. Allí permaneció el prisionero veinte años y es muy posible que doña Onneca fuese llevada con él a la cautividad, por lo que no tendría que extrañar su matrimonio con el príncipe Abdallah, después emir de Córdoba. No obstante, el autor, basado en cálculos cronológicos, estima probable que la Onneca esposa de Abdallah fuese en realidad una hermana de Fortún Garcés, que también llevaba este nombre, y no su hija.

Este artículo se incluye en el último ejemplar de 2013 (número 258) de Príncipe de Viana, revista editada desde 1940 por el Gobierno de Navarra y dedicada a los estudios históricos y culturales sobre Navarra y a su patrimonio.

El volumen incluye, además, los artículos: Fiestas y lutos en Pamplona en los siglos XIX y XX: el arte efímero, entre la exaltación monárquica y los intereses de sus promotores; El pintor Natalio Hualde; San Pedro de Torreviento, Viana, priorato benedictino de Santa María de Nájera; Larraga y Berbinzana: de la unión de 1396 a la separación de 1560; Orígenes del virreinato de Navarra (1479-1486); La enseñanza de las Sagradas Escrituras y la Retórica Sagrada en el Seminario Conciliar dePamplona de 1831 a 1978; Reflexiones en torno a Arigita y Lasa, un erudito en la historiografía Navarra; La historia real del padre Ayestarán, el «personaje novelesco» central de El asalto; Falsas citas sobre la historia de Navarra; y Nueva contribución al estudio del topónimo histórico «Palma» de la villa de San Adrián.

Principe de Viana se abre con un artículo de José Javier Azanza López titulado Fiestas y lutos en Pamplona en los siglos XIX y XX: el arte efímero, entre la exaltación monárquica y los intereses de sus promotores, trabajo que se centra en el análisis de los principales acontecimientos en Pamplona relacionados con la monarquía, ya sea en forma de visitas o de exequias reales. Recoge, además, el protocolo y ceremonial que les eran propios en el tránsito de los siglos XIX al XX, el arte efímero materializado en arcos triunfales o enlutados catafalcos, así como los ocultos intereses particulares de los promotores, tras la alabanza monárquica, se ocultaban en ocasiones los intereses particulares de los promotores, que buscaban el favor real para definir un determinado modelo de ciudad.

Otros articulos

Un segundo artículo lleva por título “El pintor Natalio Hualde”, escrito por José María Muruzábal del Solar. Se centra en la biografía de este artista pamplonés de paisajes y retratos, nacido en 1873, que colabora también con dibujos en diversas publicaciones navarras, en especial la revista La Avalancha. En la segunda década del siglo trasladó su residencia a Madrid, donde se dedicó plenamente a copiar obras de los grandes maestros españoles, en especial cuadros del Museo del Prado, tanto para el mercado nacional como para el americano, faceta en la que logró cierto reconocimiento y que le permitió, además, vivir de su arte.

Francisco Javier Zubiaur Carreño aborda posteriormente su trabajo Labor e incremento del Museo de Navarra (1999-2002) , en el que se ofrece información sobre la adquisición de fondos, la política de difusión y funcionamiento, las tareas didácticas y el patrimonio de este centro, así como de la red de museos en esos años.

Le sigue un artículo sobre San Pedro de Torreviento, Viana, priorato benedictino de Santa María de Nájera, de Juan Cruz Labeaga, fundado por el rey navarro García, que en 1052 lo dotó de amplias posesiones para el mantenimiento del monasterio najerino. La administración y propiedad de estos bienes dio lugar a largos pleitos de los monjes con el cabildo de las parroquias vianesas, e incluso con los obispos de Calahorra por los pagos de los diezmos y primicias.

El trabajo titulado Larraga y Berbinzana: de la unión de 1396 a la separación de 1560, de Igor Cacho Ugalde repasa los hechos que tuvieron lugar entre Larraga y Berbinzana en los siglos XV y XVI, siglos en los que se produjeron grandes cambios en la organización municipal: la conflictividad por las delimitaciones territoriales, la unión y la separación de concejos y la conflictividad señorial.

Por su parte, Álvaro Adot Lerga escribe sobre los Orígenes del virreinato de Navarra (1479-1486), que se remontan, a su juicio, al último tercio del siglo y no a inicios del siglo XVI, como ha venido creyendo la comunidad científica. A esta novedad añade otra: Navarra fue el primer virreinato de carácter estable instituido en los reinos hispánicos. El presente estudio realiza un análisis de diversos aspectos (atribuciones de gobierno, estatus social de quienes lo ejercieron, modelos de expedición documental, salario, etc.) así como de la figura del virrey.

La enseñanza de las Sagradas Escrituras y la Retórica Sagrada en el Seminario Conciliar de Pamplona de 1831 a 1978 es el trabajo que aborda José Rafael Molina González , y en él se analiza la evolución pedagógica en los estudios y la enseñanza de las Sagradas Escrituras y la Retórica Sagrada en el Seminario Conciliar de Pamplona. El estudio parte las fuentes primarias existentes tales como sus constituciones y planes de estudio fundamentalmente, así como la bibliografía existente. El análisis de dichas fuentes permite demostrar la contribución de las Sagradas Escrituras a la transición entre la tradición y modernidad teológica en el contexto de reforma conciliar del Concilio Vaticano II.

El estudio de José Javier López Antón se titula Reflexiones en torno a Arigita y Lasa, un erudito en la historiografía Navarra Reflexiona y se centra en la figura de Mariano Arigita y Lasa, investigador navarro situado en el período de 1876 a 1936, momento cultural enmarcado entre el nacimiento de la Asociación Éuskara de Navarra y lo que sería el germen de la Institución Príncipe de Viana. Ese renacimiento cultural, histórico y literario, viene propiciado por la Comisión de Monumentos Históricos-Artísticos.

Ángel García-Sanz Marcotegui dedicada su investigación a La historia real del padre Ayestarán, el «personajes novelesco» central de “El asalto”, de Julián Zugazagoitia. Según explica, en su novela social El asalto (1930), Julián Zugazagoitia describió la difícil situación de los trabajadores de la primera industrialización en Vizcaya y la formación del socialismo vasco, a través de la intensa labor de diversas figuras históricas, como Facundo Perezagua y Pablo Iglesias. En este marco sitúa varios personajes aparentemente novelescos, entre los que destaca Fermín Ayestarán, un joven cura navarro destinado a la zona minera de esa provincia que, cada vez más comprometido con la suerte de los obreros, rompe con la Iglesia y acaba suicidándose en Barcelona. El trabajo muestra que este cura existió en la vida real.

Posteriormente, Miguel José Izu Belloso recoge en su artículo Falsas citas sobre la historia de Navarra algunas de las que hacen referencia a la historia de Navarra y que son muy utilizadas, en ocasiones por historiadores, pero más habitualmente por políticos o periodistas, y muy frecuentemente para asentar argumentos políticos. De algunas de ellas es posible rastrear en su origen, a menudo, un error de transcripción o de interpretación.

Finalmente, Jesús Allo Hernández, es autor de la investigación Nueva contribución al estudio del topónimo histórico «Palma» de la villa de San Adrián. Afirma en él que se documenta en el siglo IX un topónimo «Palma», de origen probablemente romano, al que los cronistas árabes dan la categoría de localidad y llaman «Balma», referido al actual San Adrián. Hacia la mitad del siglo XI, un documento en Santa María la Real de Nájera hace referencia a la barca de Palma, «navigio de Palma». A finales del siglo XI y principios del XII, se redactan otros documentos, recogidos en el Libro Redondo de la catedral de Pamplona, en los que se encuentra San Adrián de Palma asociado al monasterio, si bien nunca se le cita como población.


Nota de prensa:

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