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El hallazgo se produjo durante la excavación arqueológica realizada en el Palacio del Condestable de Pamplona
Uno de los paneles de la exposición de peines medievales restaurados.
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Las piezas aparecieron durante la excavación arqueológica realizada en 2005 y 2006 con motivo de las obras de rehabilitación del Palacio del Condestable, ejecutadas por el Ayuntamiento de Pamplona, para su adecuación como Centro Cívico del Casco Antiguo de la ciudad. El hallazgo se realizó en el fondo inundado de la caja de piedra de una noria de sangre, ubicada en el llamado Patio de Pellejerías, adjunta al citado palacio. La conservación de materias orgánicas tan antiguas es inusual y sólo se produce en medios anaerobios, en este caso por inmersión continua en agua.
Se trata de tres peines dobles para uso personal, datados en los siglos XII-XIII, uno de los cuales se conservaba íntegro y los otros dos fragmentados, decorados en dos casos con sencillos motivos geométricos. La conservación de materiales sumergidos en agua durante siglos los hace blandos y frágiles, y su extracción del lugar donde se encontraban depositadas conlleva un rápido deterioro por desecación, lo que provoca la pérdida de masa y su irreversible deformación.
El proceso de restauración
La excepcionalidad de las piezas y la singularidad del tratamiento que precisaban motivaron que desde el Departamento de Cultura y Turismo del Gobierno de Navarra se solicitara la colaboración con el Ministerio de Cultura para su restauración. Los peines y los restos de una copa de madera se depositaron en los talleres de restauración del Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas, en Cartagena.
Los tres peines han sido sometidos a un largo proceso de restauración, que ha permitido la estabilización de las piezas. El tratamiento ha consistido, básicamente, en la retirada controlada del exceso de agua embebida, sin que ello suponga pérdida de su integridad (dimensiones, textura y color). Para ello se ha aplicado un tratamiento en tres fases: desalinización, consolidación (mediante lenta impregnación de los objetos con polímeros de polietilenglicol y posterior secado en cámara de liofilización) y limpieza final.