Navarra. Tierra de contrastes, de costumbres y de historia. Una Comunidad rica en patrimonio arquitectónico, civil y religioso que guarda en sus más diversos lugares una pasado que hoy en día es presente.

En el epicentro de la capital se levanta una fortificación renacentista de antiguo uso militar. La Ciudadela de Pamplona es un recinto con planta en forma de estrella de cinco puntas construido entre los siglos XVI y XVII para el control de la ciudad. Así, desde cada una de estos baluartes se controlaba todos los posibles ángulos de ataque. En su interior se conservan algunos edificios que hoy en día tienen usos culturales.

La Ciudadela es sin duda el auténtico hito de la historia de Pamplona como ciudad fortificada pero no es el único. Hoy en día todavía esa esencia permanece y las murallas de Pamplona constituyen uno de los complejos bélicos más interesantes y mejor conservados de España. Dentro del recinto existen todavía alguno de los portales que lo recorrían. El más antiguo y el único que se conserva in situ es el portal de Francia o de Zumalacárregui.

Y como si de su propia protegida se tratase, por encima de la muralla, se erige esplendorosa la catedral. Un templo de fachada neoclásica, levantado en el corazón de la ciudad y dedicado a Santa María la Real. La Catedral de Pamplona es el conjunto monumental gótico más importante de Navarra. Su claustro destaca por su belleza y en una de sus torres descansa la campana María, la mayor del mundo en uso.

El casco antiguo de Pamplona cuenta con un importante número de templos religiosos pero también de edificios civiles, y palacios como el del Condestable. Se trata de uno de los principales ejemplos de la arquitectura señorial urbana de Pamplona. Este palacio fue sede episcopal e incluso ayuntamiento provisional. Hoy en día tras su rehabilitación, se ha abierto al público convertido en un moderno centro cívico.

En Estella se levanta otro de los edificios nobles más emblemáticos de Navarra. Es el Palacio de los Reyes, que hoy en día alberga el Museo Gustavo de Maeztu. Considerado como residencia de los monarcas navarros, es el único edificio románico de carácter civil que existe en Navarra. En la actualidad ha dejado de lado esta esencia civil para dejar paso a la cultura, albergando así exposiciones fijas y temporales.

Sin abandonar Tierra Estella se encuentra la Villa Romana de Arellano. Está conformada por una serie de construcciones que en los primeros tiempos del Imperio se destinaban a la producción agropecuaria. Con el transcurso de los siglos, acabó convertida en lujosa residencia de campo de una familia de la aristocracia local. En la actualidad, se ha construido un nuevo edificio que, además de proteger las estructuras arqueológicas, facilita el tratamiento didáctico-turístico del yacimiento

En la zona media Navarra, en Mendigorria, subyacen las excavaciones de Andelos. Las ruinas de la urbe sumergen el entorno en un pasado que acogió la prosperidad del Imperio Romano y traen hasta el presente la historia de una ciudad que ha legado una extraordinaria obra de ingeniería civil: el sistema de abastecimiento de aguas. Además, las excavaciones permiten contemplar el trazado de las antiguas calles y parte de la muralla.

El Palacio de Olite es una de las joyas de la arquitectura navarra, singular por unir elementos militares de ocio y residenciales. El recinto se articula en varios núcleos y entre ellos destaca el actual parador de Turismo, denominado Palacio Viejo, que se compone de un recinto rectangular y de tres torres con almenas, cornisas matacanes y toda una serie de elementos dedicados a la defensa. Destacan también el Jardín de la Reina, y la Torre del Homenaje que es el lugar en el que se encuentran las dependencias reales.

Cerca de la localidad navarra de Olite se encuentra uno de los más importantes conjuntos fortificados de la Navarra medieval. Es el denominado, Cerco de Artajona. El Cerco forma un pintoresco conjunto fortificado que se configura como un recinto de trazado irregular, impuesto por la topografía del terreno. Actualmente quedan en pie nueve torres además de los cimientos de otras tres.

La capital de la Ribera, Tudela, se ha convertido en un lugar con una riqueza monumental envidiable. Su Catedral, declarada Monumento Nacional en 1884,

es sin duda el principal monumento de la ciudad. Su planta es románica aunque el alzado se puede considerar gótico. La portada más característica es la del juicio. El claustro es una construcción de planta rectangular con arcos de medio punto sobre columnas de grandes capiteles. En el exterior se eleva la Torre Nueva, elemento fundamental de la fisonomía de la ciudad de Tudela.

También en el sur de Navarra se encuentra el Monasterio de Fitero, uno de sus principales hitos turísticos, declarado monumento nacional en 1931. Su arquitectura es propia de la transición del románico al gótico y al gusto cisterciense. En este complejo monástico, se descubren dependencias medievales como la iglesia abacial, que tiene planta de cruz latina con tres naves, lo que la convierte en un ejemplar único del Císter en España.

En Sangüesa, se levanta una de las obras cumbre del románico: la iglesia de Santa María la Real declarada monumento Nacional en 1889. Aunque el edificio en su conjunto es de una gran belleza, el mayor mérito artístico corresponde a su portada; un auténtico retablo en piedra en la que se representa el Juicio Final. Este bello ejemplo del arte románico no sólo ha tenido fines litúrgicos, sino también como en otros casos, defensivos.

Muy cerca de la ciudad de Sangüesa descansa el Castillo de Javier. Conserva completas sus defensas y todas las estructuras que lo componen. Destaca la torre del Cristo y en un ángulo del interior del castillo hay una basílica de estilo neorrománico. La torre del Homenaje sobresale del resto del conjunto por su altura y esbeltez. Actualmente, en el mes de marzo, se celebran las llamadas javieradas, que son peregrinaciones que se hacen hasta esta localidad navarra.

También, en el nordeste de Navarra, se levanta uno de los conjuntos monásticos más importantes de España. Es el Monasterio de Leyre. Su iglesia, constituye el elemento arquitectónico principal del monasterio. Mantiene partes de la construcción románica, como la cabecera, la cripta, los ábsides, la torre, la nave principal y el pórtico . También destacan la bóveda gótica y el panteón de los reyes de Pamplona. Leyre es sin duda una de las reliquias que más le sorprenderá de Navarra.

Así es Navarra. Una Comunidad que guarda hoy en día entre sus secretos la perfecta sintonía de una tierra rica en historia y patrimonio, con urbes modernas y de vanguardia.