Su compilación fue posible gracias a la celebración, el 5 de junio de 2009, del Primer Seminario Internacional sobre grafitos históricos en el centro cívico Civican de Pamplona. Estuvo organizado por el grupo Historical Graffitti de la Universidad Rey Juan Carlos y por la Sociedad de Estudios Históricos de Navarra y contó con la colaboración de la Fundación Caja Navarra y el Gobierno de Navarra. Asistieron diecinueve investigadores de once instituciones de España, México, y Estados Unidos, que presentaron 17 comunicaciones con muy diferentes perspectivas, incluidas las filológicas, las históricas y las arqueológicas. Fruto de aquel encuentro surgió este libro, para cuya edición se invitó a participar, además, a otros reconocidos investigadores que no pudieron asistir al seminario.

Contenido de la obra

El libro organiza la estructura en cuatro apartados, siguiendo un criterio geográfico. Va, así, desde el ámbito local al nacional e internacional, para terminar con estudios de carácter teórico y metodológico. El primer apartado integra tres trabajos sobre grafitos de Navarra, en los que Pablo Ocáriz realiza un resumen historiográfico de los trabajos publicados o que actualmente se investigan en territorio navarro. Además, Blanca Sagasti, presenta los grafismos con caricaturas, animales, dibujos antropomorfos y escrituras del siglo XVI, localizados en el palacio del Condestable de Pamplona; y Emilio Quintanilla, de la Universidad de Navarra, analiza la incisión encontrada en el claustro de la catedral de Pamplona en la que se lee “1804. Muera Napoleón el invasor”.

Un segundo apartado se titula “Grafitos de España”, alberga el trabajo de José Ignacio Barrera sobre las inscripciones localizadas en la Alhambra de Granada; varios autores del proyecto cultural "Soria románica" presentan las primeras conclusiones inéditas sobre el gran descubrimiento de los grafitos de la iglesia de San Miguel de San Esteban de Gormaz, que muestra cómo estos elementos
pueden obligar a reelaborar la historia de los edificios que los albergan; Laura Hernández presenta el conjunto de grafitos del castillo de la Atalaya de Villena; y Félix Palomero y Magdalena Ilardia reúnen las incisiones inéditas localizadas en la iglesia de Santa Cecilia de Barriosuso.

Por su parte, el apartado sobre grafitos localizados fuera de España cuenta con un gran número de aportaciones de prestigiosos especialistas internacionales. Así, Esteban Moreno propone una nueva interpretación a la doble dedicatoria de Nicágoras de Atenas localizada en la tumba de Ramses VI en el Valle de los Reyes en Tebas (Egipto).

Los investigadores brasileños Lourdes Feitosa, Pedro Pablo Funari, Renata S. Garraffoni y la estadounidense Rebeca Benefiel realizan aportaciones en el estudio de los grafitos pompeyanos. Y Ana García Barrios introduce el mundo de los grafitos mayas. Igor Cerdá aborda los dibujos realizados en los conventos michoacanos del siglo XVI.

Hay, finalmente, tres trabajos que se aproximan a los gafitos históricos desde un punto de vista teórico o metodológico. Pertenecen a este tipo el estudio de Tomás Rodríguez Cerezo, que analiza los círculos y rosetones realizados con compás, elementos permanentes en la iconografía de los grafitos de cualquier época histórica. Tiene también este carácter el estudio de Francisco Reyes, sobre el grafitismo y la protección del patrimonio inmueble; y el que presentan Antonio Méndez y Fernando Velasco en torno a la definición, tipología y concepto de grafito.