Según este informe, tres de cada cuatro hombres en edad de trabajar forman parte de la población activa, un 75% frente al 50% de las mujeres en edad de trabajar. Mundialmente, las mujeres en promedio ganan 24% menos que los hombres y tienen menos probabilidades que los hombres de recibir una pensión.

Sin embargo, en todas las regiones del mundo las mujeres trabajan más que los hombres: realizan en promedio al menos dos veces y media la cantidad de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, y si se combina el trabajo remunerado y el no remunerado, en casi todos los países las mujeres trabajan más horas al día que los hombres.

En cuanto a la relación género-pobreza, las mujeres son más vulnerables a la pobreza, a la desigualdad de acceso a un trabajo remunerado, a los menores ingresos, a la falta de protección social y al limitado acceso a los activos, como la tierra y la propiedad.

A pesar de que la crisis económica ha afectado en general al empleo, la recuperación del empleo masculino se está dando con mayor rapidez que el femenino.

Los estereotipos de género se traducen en segregación de género, primero en el sistema educativo y posteriormente en el mercado laboral. Las niñas siguen teniendo menos probabilidades que los niños de elegir estudios en campos tecnológicos y científicos y, cuando lo hacen, es menos probable que obtengan puestos de trabajo con remuneración elevada en esos ámbitos. Estas “elecciones” están basadas en estereotipos sobre ocupaciones idóneas para las niñas, en lugar de basarse en las capacidades.

Lo mismo sucede en el mercado laboral, donde las mujeres tienen una amplia representación en categorías administrativas y de asistencia, así como en profesiones relacionadas con los cuidados, que tienden a estar mal remuneradas.

En relación a la violencia contra las mujeres, ésta agrava las desventajas materiales e impide a las mujeres acceder a servicios y a oportunidades que pueden mejorar su situación. Sin olvidar que una de cada tres mujeres afirma haber experimentado violencia física y/o sexual en algún momento de su vida, con importantes repercusiones y consecuencias en su bienestar físico y psicológico.

Respecto a algunos datos en Navarra, el ratio de mujeres parlamentarias es de 0,52 mujeres por un hombre en el inicio de esta legislatura, frente a un 0,18% mujeres por hombre hace 10 años, lo que representa un avance en la participación política navarra.

Sin embargo, según los datos del INE del último trimestre del 2015, la tasa de actividad de las mujeres en Navarra en relación a la tasa de actividad de la población general es la quinta más alta del Estado con un 54,38% pero está por debajo a la de los hombres en más de 8 puntos porcentuales.

La tasa de paro para la mujeres en Navarra sigue superando a la tasa de paro de hombres, un 15,2% frente a un 12,06%, con una brecha laboral de género que supera en términos absolutos y porcentuales al resto de Comunidades, con un 30,46%.

En cuanto a la ocupación, la tasa de empleo para las mujeres sigue siendo menor que la de los hombres, un 46,12% frente a un 55,46%. Además, la parcialidad en la contratación de mujeres en un 26,6% superior a la de los hombres. Así mientras las mujeres tienen un 32,8% de contratos parciales, los hombres sólo alcanzan el 6,2% en este tipo de contratos.

A pesar de estos datos, las mujeres en Navarra con una educación superior alcanzan el 33,1%, superando en 2,4 puntos a los hombres (30,7%).

Respecto a la violencia contra las mujeres, se interponen tres denuncias al día por parte de las mujeres navarras, tendencia que se mantiene en los últimos años, aunque sigue aumentando el número de mujeres atendidas en los servicios especializados del Gobierno de Navarra, con 528 mujeres frente a las 500 del 2014.

En este contexto social, el Gobierno de Navarra, en sus objetivos de trabajo a través del Instituto Navarro para la igualdad, continúa impulsando y consolidando el trabajo de las Unidades de Igualdad de Género de la Administración, como paso imprescindible para hacer realidad la incorporación de un enfoque transversal de género en la administración, asumiendo el compromiso de consolidar programas anuales en cada departamento que incidan en la gestión de todas las políticas públicas.

Este Gobierno asume el reto de impulsar la igualdad de género en el ámbito social y ciudadano, apoyando al movimiento asociativo de mujeres, que junto con el Consejo navarro de igualdad, serán los órganos de participación social que contribuyan, en un nuevo escenario político, a generar nuevas reflexiones que señalen líneas estratégicas para crear un mundo diferente, fortaleciendo la capacidad de acción, la voz y la participación tanto individual como colectiva de las mujeres.

Pero sin duda, el proyecto más importante en este año será el inicio del proceso de elaboración de una nueva Ley Foral de igualdad. En el compromiso con los tratados de derechos humanos, como la CEDAW, los Estados tienen la obligación de adoptar medidas positivas para eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres, incluida la discriminación estructural e indirecta que pueda producirse cuando la legislación, las políticas y los programas basados en criterios aparentemente neutrales en materia de género, tienen una incidencia perjudicial sobre las mujeres.

Por ello, la nueva Ley Foral de igualdad, precedida por un diagnóstico de la situación en Navarra, constituirá junto con la Ley Foral para actuar contra la violencia hacia las mujeres, el marco normativo imprescindible y de obligado cumplimiento para otorgar un lugar central a los derechos de las mujeres en el diseño y aplicación de las políticas económicas y sociales, que redundará en una sociedad justa e igualitaria, con una economía más fuerte y próspera con toda seguridad".