Una segunda línea de actividad son las campañas de control de parámetros especiales que no están incluidos en los análisis tipo mencionados. Concretamente, se analizan especialmente los restos de productos utilizados en actividades agrícolas, como los herbicidas; los subproductos de desinfección con efectos negativos en salud, como los trihalometanos, cloritos, cloratos y bromatos; y los metales de importancia toxicológica, como aluminio, arsénico, cadmio, hierro, mercurio manganeso, níquel, plomo y antimonio.

El resto de ejes contemplan las inspecciones de los sistemas de abastecimiento, la supervisión de los datos que se publican en el Sistema de Información Nacional de Agua de Consumo (SINAC) y que son accesibles para la ciudadanía en general, las evaluaciones e inspecciones sanitarias previas de nuevas instalaciones, la revisión de los planes de autocontrol de los gestores de sistemas de abastecimiento, la gestión de incumplimientos y alertas, y otras actividades complementarias de vigilancia y control.

Inocuidad del agua de consumo humano

El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra es el organismo sanitario responsable del desarrollo de los programas de protección, prevención y promoción de la salud en la Comunidad Foral. Entre otras funciones relacionadas con la protección de la salud, se desarrolla la vigilancia de la calidad del agua de consumo humano con el objetivo de controlar los riesgos para la salud derivados de su consumo.

Cabe recordar que la garantía de la inocuidad del agua de consumo humano ya sea para beber, para uso doméstico, para producir alimentos o para fines recreativos es importante para la salud pública.

Aunque en nuestro entorno no sea algo común, el agua contaminada puede causar numerosas enfermedades, las más frecuentes son las gastroenteritis de mayor o menor gravedad y que pueden afectar de forma más acusada a grupos de personas más vulnerables, como los niños, ancianos o personas con otras enfermedades o tratamientos. También puede causar otras enfermedades infecciosas graves como el cólera, la disentería, fiebres tifoideas o la hepatitis “A”. Además, algunos contaminantes físico-químicos del agua pueden producir daños en la salud a más largo plazo.

Por ello existen numerosas normas que regulan aspectos relacionados con la calidad del agua, siendo la norma básica el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano.

Aguas de consumo humano

Por aguas de consumo humano se entienden todas aquellas utilizadas para beber, cocinar, preparar alimentos, para higiene personal y otros usos domésticos, sea cual sea su origen e independientemente de que se suministren por redes de distribución, cisternas o depósitos.

También se incluyen en esta definición todas las aguas utilizadas en la industria alimentaria para fines de fabricación, tratamiento, conservación o comercialización de productos o sustancias destinadas al consumo humano, así como a las utilizadas en la limpieza de las superficies, objetos y materiales que puedan estar en contacto con los alimentos.

Por último, se engloban aquellas aguas suministradas para consumo humano como parte de una actividad comercial o pública, con independencia del volumen medio diario de agua proporcionada.

Vigilancia y control del agua de consumo humano

La primera línea de control es la evaluación de la calidad física, química y microbiológica del agua suministrada a través de la realización de determinadas analíticas rutinarias, y la vigilancia y el control de los procesos de tratamiento.

La segunda línea es el control de la desinfección del agua que permite eliminar los agentes infecciosos y controlar las enfermedades que se trasmiten por el agua.

Otro factor de relevancia en el control del agua de abastecimiento humano es la evaluación de sus características organolépticas, es decir, aquellas que pueden ser detectadas por los sentidos de los consumidores, tales como la turbidez, el color, el olor y el sabor. Estos aspectos son también esenciales porque pueden ser motivo de rechazo del agua suministrada.

Por último, la inspección sanitaria también hace posible la detección de condiciones o situaciones que aumentan el riesgo de contaminación del agua y que no siempre pueden ser determinadas por los análisis rutinarios. Para esta labor se comprueban las condiciones físicas de las instalaciones de los sistemas de producción, almacenamiento y distribución del agua, cuestiones que permiten identificar y corregir deficiencias estructurales u operativas de los sistemas de abastecimiento.